Vitale Trägheit

y yo me pregunto: ¿hacia dónde?; y mis pies caminan impertérritos mientras busco desesperada algún signo, una señal que me indique la dirección, y el paisaje se desliza ante mis ojos. las flores horarias rehuyen mis miradas y hacen oídos sordos a mis palabras de súplica; tan sólo me besan los tobillos con sus pétalos, acariciándome a cada paso, recordándome que vaya donde vaya, siguen floreciendo en mi interior. lástima que no pueda detener la marcha, sería hermoso hacer noche a la orilla del río y convertirme en ninfa, y bailar una vez más a la luz de la luna y por fin pensar con claridad mientras deshago con mimo los nudos en mis rizos.

das engelmädchen

las flores horarias vuelven a las andadas, se enraízan en mi vientre y me trepan por el pecho, me clavan aguijones en la lengua y lanzan destellos por mis pupilas, se alzan arrogantes y florecen en mi corazón, hacen que yo, esta informal, poco dada a reflexiones de fin de año y propósitos de enmienda para el siguiente, a pesar de mi pluriempleo sangrante, mis noches en vela, mis clases con pitos de caleya; mis deberes reales, mis veladas de vampiro, mis tartas de chocolate en el horno, mis tulipanes egocéntricos; mis mensajes misteriosos, mi espíritu encendido y mis dedos fríos a cualquier hora, haya sufrido esta deconstrucción en plena vorágine navideña. cuando cierro los ojos y veo los restos de lo que es mi vida, los vuelvo a abrir cargados de perplejidad, y es que el mundo me sigue desconcertando por su inconsistencia y banalidad, me asalta de nuevo uno de mis pensamientos favoritos, el del bicho verde con antenas y trompetilla en vez de nariz, y me planteo hablarlo con mi terapeuta o con woody allen ahora que por fin se han acabado los maratones de comida y regalos y puedo descansar tranquila. me pesan los párpados y en la oscuridad del infinito que se abre ante mí aparece una niña hermosa como un ángel que lleva alas de mariposa.