Der Luftdrachen
Una vez que el último de los reflejos de la luz del sol que se marchita tras las montañas del oeste deja de aletear en un intento desesperado por sobrevivir y se resigna a extinguirse, cual si del último rescoldo del día se tratase, la criatura abre sus ojos plateados e inmensos, atraviesa con ellos la tiniebla y, vuelve a cerrarlos inspirando la tranquilidad de la noche. Un instante después, se convierte en argéntea serpentina, se eleva en la inmensidad, centellea en la negritud mientras su melena purpúrea ondea, azotada por el viento. Mi criatura de ensueño y maravilla, en eterna búsqueda de su predecesor caído, atisba los confines de la tierra noche tras noche, incansablemente, sin sustentar un instante sus garras mientras la oscuridad reina. Y un instante antes de que, por fin, los primeros reflejos de la luz del sol que renace tras las montañas del este comiencen a aletear como mariposas doradas e invadan la llanura, el Dragón del Aire supervisará por última vez su vasto territorio antes de sumergirse en la profundidad de su refugio y cerrar sus ojos plateados y terribles con algo parecido a una sonrisa en sus fauces inmensas.
El Dragón del Aire no puede ser objetivo de hechizos o kihos, y se dice que su acción protectora de los sueños y ensueños beneficia especialmente a los seres sensibles y flexibles como los elfos silvanos y demás criaturas del bosque.
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